miércoles, 15 de agosto de 2007

persuasión de los días




Lloremos, con la lluvia,
un llanto monocorde
que anegue la codicia,
el pasto, las heridas;
nos limpie la garganta,
el alma, los bolsillos,
traspace la tristeza,
la angustia, la memoria.

Lloremos ¡Ah! Lloremos.


a veces solo basta muy poco...

lunes, 13 de agosto de 2007

hasta que se ponga el sol


Puedo creer que estaba atrás del cristal
y esta piel al cruzar solo se marcó
y el vuelo del sol mirador
por la perla del mar
ya cesó de jugar y viene
Por eso tu mano voy a tomar
¡Perla, perla, perla !
¡tonto!
de aca no somos, che, no hay caso...

domingo, 12 de agosto de 2007

si una noche de invierno






Del otro lado de la reja está la realidad, de

este lado de la reja también estála realidad;

la única irreales la reja;

la libertad es real aunque no se sabe bien

si pertenece al mundo de los vivos, al

mundo de los muertos, al mundo de las

fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o

de la producción.

Los sueños, sueños son;

los recuerdos, aquel

cuerpo, ese vaso de vino, el amor y

las flaquezas del amor, por supuesto, forman

parte de la realidad;

un disparo enla noche,

en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos

gritos irreales de dolor real de los torturados en

el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía

cualquiera

son parte de la memoria,

no suponen necesariamente

el presente, pero pertenecen a la realidad.

La única aparente

es la reja cuadriculando el cielo, el canto

perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz

fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso

cubriendo la

Patagonia

porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como

la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia

estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia

del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro

como los designios de todo un pueblo que marcha

hacia la victoria

o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,

a rescatar lo suyo, su

realidad.

Aunque parezca a veces una mentira, la única

mentira no es siquiera la traición, es

simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

viernes, 3 de agosto de 2007

frio

el frio me esta calando los huesos,
todavia no me saque las medias humedas...
nopiensoponertildes.
ahora viene gigo,
y le voy a preparar una lagrima
(L)



eso, nada mas...

el tipo del placard no llega...

miércoles, 1 de agosto de 2007

juan se iba por el rio


"Juan Antonio lo llamo su madre. Duda era su apellido. Su mejor amigo, Ansina, y su mujer Teresa" Es su último cuento, el que escribió desglosando el material de la novela que ya había decidido no escribir. Es la historia del argentino derrotado del siglo XIX; del último argentino antes de las grandes inmigraciones. Del hombre del pueblo que habia sido llevado de guerra en guerra, de tropa en tropa; que sobrevive a su tiempo y, ya viejo, recorre la memoria de su vida y de la época en que vivió. Que luchó junto con su amigo el negro Ansina en batallas que no eran las suyas, como la noches antes de Cepeda, cuando los hicieron formarse para escuchar la arenga del general Mitre, quien los exhortó a combatir por la Patria y entonces el negro lo mira a Juan y le dice: "En la patria de ellos, yo me cago"
Martín se sonrió y dijo: Yo leí ese cuento; lo leí allí en la ESMA.Una alegría extraña, una excitación indecible me sacudió. Había empezado a contarle el cuento y Martín me interrumpió para continuar el relato. No era la única depositaria de esa memoria. Había otro lector y con ese lector recordamos escenas del cuento: Juan mirando pasar la cureña con el féretro de San Martín cuando sus restos fueron repatriados, entre batallones de antiguas tropas; Juan sentado en un banquito a la orilla del río, entre el recuerdo de su pasado y el deseo de poder llegar alguna vez al otro lado del Plata, donde en la lejanía había podido ver en días claros las casitas blancas de la colonia; la gran bajante del Río de la Plata, la mortandad de los peces, y el final, Juan montado en su caballo, cruzando el lecho seco hacia ese horizonte que se esfumaba...
Le conté a Martín que cuando Rodolfo me leyó el último párrafo le había preguntado si Juan llegaba al otro lado del río. “No sabemos” dijo. Hasta allí acompañó a su personaje; no quiso definir su destino. Por eso Juan no “se fue”; el verbo no cerraba la acción, Juan “se iba”.