martes, 27 de noviembre de 2007

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entonces, en estos dias asi, es que abro mi Adan Buenosayres y redescubro maravillas.

Medianoche: soledad y vacío. Sólo yo solo en la corteza de un mundo que gira huyendo, que huye girando, "viejo trompo sin nińos". żPor qué sin nińos? Entonces yo jugaba con la lógica, sin advertir que siempre hay una relación de armonía entre lo disímil: splendor ordinis. Anoche lo explicaba yo en lo de Ciro: bastante mamado. Como aquella otra figura: "La Tierra es un antílope que huye"; o aquella otra: "Mundo, piedra zumbante de los siete colores." Terror cósmico, desde la infancia: un nińo que, abrazado a su caballo inmóvil, sollozaba de angustia bajo las constelaciones australes. Fría mecánica del tiempo, cono de sombra, cono de luz, la noche y el día, solsticio y equinoccio: el sol que nos cuenta mentiras fabulosas, y la tierra que se viste y se desviste de sus esplendores como una prostituta, "ˇsalve, moscardón ebrio!». Y al fin sólo una piedra que huye girando, que gira huyendo en un espacio infinito... no, indefinido; porque la noción de infinito sólo corresponde... ˇBueno, alma, bueno