viernes, 13 de julio de 2007

memorias


Casi sin presentirlo, la misma sensación me recorrió el cuerpo. La falta de aire, la oscuridad, la opresión en el pecho… la misma angustia. Recordé el pelo rojo furioso, y los ojos lagrimeando, la impotencia, el frió que sentía, el nudo incontenible en la garganta. La mano del hijo aferrándose a la de ella, el gesto de cariño, el acompañamiento dentro de la más infinita tristeza. Ahí, en donde la ausencia lo envuelve todo.

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